Querida casa:


Las casas son ciudades pequeñitas, y las ciudades son personas gigantes.
Afuera, el gigante, me repele, me asusta. Y en ti mi cuerpo no encaja, mi voz está guardada.

Casa, tu eso ya lo sabes.

Lavarse bien los dientes. No vayas a soltar blasfemias, (¿También escuchas esa voz?)

no vayas a pronunciar malas palabras (¿Eres tú quien me habla?)

eso no es de señoritas. No grites. Esto no es para que le cuentes a todo el mundo. A mí sí; a mi me lo cuentas todo.

¿Te cuento de mi vida fuera de estas paredes?

Mejor me voy. Lo más lejos que puedo; al techo.

Aqui arriba nadie me ve. Aquí arriba puedo ser mi propia casa; con mis manos y mis pies te imito.

No necesito pensar.

Aquí arriba no me da miedo mi soledad.

Pero dejé mi cabeza en el baño.

Todavía está curtida de pensamientos impuros.

¿Tú que tienes además de gente?

cuartos, sala, cocina, comedor.

Los muros, el piso, la estructura.

Estructura

Una estructura cambiante.
, que me sostiene.

Entiendo sin entender.

¿Cambiaste porque quisiste?

¿Fue mi abuelito que con sus raíces rompió tus cimientos?

Creciendo en silencio, tan rápido pasó la madera de tu tronco que ni un tronco parece.

¿Así esperabas que viviéramos? ¿así quieres que viva?

Tantas preguntas en silencio.

¿Cómo vivir aquí? Y aquí vivo.


Eres inestable, como el terreno en el que estás.

Que se rompe. Que se cae. Que se levanta
.
No entiendo y al mismo tiempo entiendo.

¿Eres como el perro que vive adentro?


Claro, esta casa no es una ciudad, es un animal.

Ya no sé que hace parte de mi cuerpo y que hace parte de las paredes. Esos portazos llenos de ira… me hacen goteras.

Ven, ven, atiende la visita.
No, por favor. No te vayas.
No, por favor, no vuelvas tarde. ¿No ves que por aquí no hay nada?
¿No ves que por aquí todo es peligro? ¿Es que no sabes dónde estás?

Debajo de este techo

No.

Primero dentro de mi piel.